Luigi Bondi quiere buscar su fortuna en otro lugar y se va a Argentina (1924)
Carreta con inmigrantes italianos por las calles de Buenos Aires, Argentina. Fotografía de Frank George Carpenter. |
Era el 7 de febrero de 1878, fecha de nacimiento de Gerolamo Bondi. Nació en una casa de Lennova, un pequeño pueblo de montaña, habitado por unas cien almas, en el municipio de Valmozzola, en la provincia de Parma, en la parte norte de los Apeninos: una cadena montañosa que atraviesa Italia de norte a sur. En esos años los inviernos eran muy duros y es probable que en aquel día de febrero había mucha nieve, llegaba hasta las ventanas. Los niños nacían en casa, como los conejos, en condiciones de salud muy precarias, la tasa de mortalidad infantil era muy alta y las condiciones de vida de un niño eran especialmente difíciles y era fácil que no pudiera superar el año de edad.
Diez años más tarde nació María, una niña al principio desafortunada, porque lamentablemente, no muchos días después de su nacimiento fue dejada a un orfanato. Vivió en la estructura unos años, más tarde fue adoptada por el Sr. Frassi, quien le dio el apellido. Italia había estado unida por poco más de diez años, antes de la unión, el territorio italiano estaba dividido en pequeños estados, entre los cuales el Ducado de Parma y Piacenza, del cual hacia parte el municipio de Valmozzola.
El trabajo predominante en Italia era el del agricultor. Durante muchos años, la actividad pudo satisfacer las necesidades colectivas. Fueron tiempos miserables, se vivía en la pobreza y se llevaba una vida de sacrificio y escasas satisfacciones, se trabajaba para comer y con sus propias manos. En lugar de los tractores actuales, se usaban los animales de carga que podían ser caballos o bueyes y el equipo era poco más que primitivo. Las familias más pudientes eran propietarias de la casa en la que vivían y de la tierra donde trabajaban, muchas otras familias eran aparceros (trabajaban y vivían en la parcela de tierra de un gran terrateniente con quien tenían que hacer a mitad de todos los cultivos). La aparcería era, para las familias que no tenían propiedad, una condición forzada y no rentable.
Gerolamo y Maria crecen. La vida los lleva a conocerse y después de no mucho tiempo a casarse: una elección dictada por la necesidad de encontrar una estabilidad familiar y de procrear. Las familias de la época eran muy numerosas y los niños eran considerados una fuerza laboral. Vivían en la casa natal de Gerolamo. Eran dueños de una pequeña granja en la que trabajaban con grande esfuerzo, pero al menos las cosechas y las ganancias, aunque ridículas, se podían conservar para ellos. Seguramente no estaban solos, vivían, comían y dormían con los hermanos o hermanas, de Gerolamo o María. En aquel tiempo, en una casa de tres cuartos estrechos, podían vivir juntas 10 personas; en una cama de una plaza de hoy día, podían dormir tres personas. En esta casa de piedra nacieron sus 4 hijos: en 1906 nació Luigi, en 1908 Rosa, en 1910 Giuseppe, en 1912 Giulio, y en 1914 nació Richilde.
Las condiciones de vida siguen siendo duras y las tensiones políticas europeas no prometen tranquilidad, de hecho, en 1915, estalló la Primera Guerra Mundial, que duró hasta 1918, dejando atrás a millones de muertos. Sus hijos aún son pequeños y no entienden las atrocidades de la guerra que en Italia y en Europa fue muy violenta. En la posguerra, la condición socioeconómica era a decir más que terrible, aunque si la guerra había traído destrucción lejos de Lennova, era un problema ir adelante, pero la tierra todavía daba sus frutos y los niños comían y crecían y se hacían grandes y los ancianos envejecían y morían y el ciclo de vida continuaba. Todas las batallas de la Primera Guerra Mundial tuvieron lugar en la frontera con Austria, con soldados de toda Italia y seguramente la juventud de Lennova, en el período del servicio militar, estaban al frente con compañeros de toda la nación, quienes, en ese momento, no hablaban el mismo idioma, sino dialectos muy diferentes entre ellos. Muchos de ellos nunca volverían.
Por el hambre así como el deseo de revancha Luigi quiere buscar su fortuna en otro lugar, en contra de la opinión de Gerolamo y María en 1924 se va a Argentina. En ese momento muchos italianos emigraron a América del Sur y muchos de ellos hicieron sus vidas muy lejos. Para Luigi, este viaje debe haber sido una experiencia única, teniendo en cuenta que tenía dieciocho años y nunca había visto nada fuera de su Valmozzola. Ver el mar para el habrá sido un momento impresionante y lo recordará por el resto de su vida. Luigi ha partido unos 6 meses antes, y en Lennova, mientras la vida habitual de los agricultores de montaña continúa con el ritmo estacional normal y habitual que marca todas las actividades agrícolas, de repente, una carta de Luigi llega por correo donde dice que está bien y le adjunta una fotografía de él para mostrar su buena salud. Envió varias, una cada 6 meses, en estas cartas, Luigi hace poca mención de sus actividades y frecuentaciones. Y al razonar ahora, años más tarde, es fácil pensar que tal vez no quería dar a conocer lo que realmente estaba sucediendo: que tal vez, como inmigrante, se le consideraba una rata, un mendigo, un bueno para nada, un portador de enfermedades y eso lo condujo a vivir como un inadaptado, al igual que los italianos ahora consideramos a los inmigrantes africanos, tratándolos sin respeto, que desembarcan en nuestras playas todos los días a millares cada año y tal vez por esta razón, la vida de Luigi nunca se ha conocido tanto.
Los años pasan y de Luigi se sabe cada vez menos, tanto que, a principios de los años 30, deja de escribirle a su familia, tal vez porque le ha sucedido algo más importante y hermoso que ha desviado su atención, o algo terrible que le impidió escribir o quizás porque el servicio postal italiano, que estaba bajo control militar desde que Italia había entrado en las dos décadas del fascismo (un régimen militar dictatorial) durante algunos años, podría haber roto las cartas, ya que el régimen evitaba cualquier contaminación desde el exterior, por lo tanto, tal vez Luigi escribió y habló de sí mismo ... Tal vez habría dicho que estaría casado, o tal vez habría dicho que su esposa estaba esperando un bebé, pero en todo caso a Lennova, nunca más se supo nada. El tiempo está destinado a pasar y solo queda la memoria de Luigi.
En Europa se está preparando otra guerra que pronto se convertirá en otro conflicto mundial y será este evento catastrófico que desviará la atención de Gerolamo y Maria de Luigi. Durante la guerra, Luigi habría tenido unos 40 años de edad, digo “lo habría” porque, a estas alturas, se lo consideraba muerto. Los hermanos Giuseppe y Giulio tenían 4 y 6 menos que él, en una fase de la guerra en la que Italia era enemiga de Alemania. Poco antes de que llegaran los aliados estadounidenses, todos los hombres italianos, que estaban perseguidos por los soldados alemanes, tuvieron que ser protagonistas de una historia que aún se cuenta con mucha claridad por las personas de edad avanzada. Fue una experiencia verdaderamente dramática vivida precisamente por Giuseppe y su hermano Giulio (entre ellos también podría haber estado Luigi) donde se cuenta que en una de las redadas alemanas, que obligaban a esconderse, Giuseppe y Giulio literalmente vieron la muerte de cerca. Los alemanes en silencio, llegan desde el valle en el bosque, recorren las aldeas en el fondo del valle y se acercan lentamente a Lennova, las voces de los habitantes de las montañas son más veloces que el viento y cuando llegan a la aldea la población ya está escondida, encuentran las casas desiertas. Tal vez asaltan los huevos y las gallinas en los gallineros, Giuseppe, Giulio y otros muchachos se esconden en la grieta de una pared de una casa de piedra, nadie imaginó que detrás de esa abertura podría haber estado cinco o seis personas, tenían los nervios a flor de piel por el miedo a ser descubiertos, los alemanes pasan delante del agujero, no se dan cuenta de nada. Los muchachos son conscientes de que, si los descubren, pagarán con su vida. Silencio absoluto, mientras a Carlo (uno de ellos) le escapa de estornudar, sus compañeros entraron en pánico, le taparon la boca con las manos y presionandola con fuerza, por mucho tiempo, le quitan el oxígeno a Carlo, que se desmaya entre los brazos de uno de ellos. No se rinden absolutamente hasta que están seguros de que los alemanes se han ido. Cuando parece que no hay nadie y con mucho cuidado, dejan el "refugio", a Carlo todavía inconsciente, lo reaniman y secándose el sudor de la frente, todos juntos pueden decir que se salvaron de la muerte. Por lo tanto si por cualquier motivo los alemanes no hubieran abandonado el refugio, a Carlo lo habrían sofocado. Esto demuestra cuán fuerte es el instinto de supervivencia. A pesar del momento de miedo, todos están vivos y pueden contar la experiencia dramática. Estas angustiosas situaciones se repitieron varias veces, en aquel período y en varios lugares; sin embargo, empeoraron, de hecho, hay días del año en que, incluso hoy, recordamos los masacres cometidos por los alemanes a países y comunidades enteras.
La guerra con sus horrores termina con la llegada de los estadounidenses. Lentamente se vuelve a la normalidad, a la rutina estacional habitual. Finalizó oficialmente en 1945 y en 1946 nació el primero de los 4 hijos de Giuseppe: Mauro, luego Mario, luego Mariuccia y, después de varios años, en 1958, Leonardo. Giulio también tuvo dos hijos: Franco y Bruno. Richilde se mudó a Milán, conoció a un hombre llamado Gianni, se casó y tuvo dos hijas: Marisa y Giuliana. Rosa llevó una vida de sufrimiento debido a sus problemas físicos y en los años 70 murió en un asilo de Turín. Entre los descendientes de los hermanos Bondi hay mucha consideración y respeto, incluso si las vicisitudes de la vida los han alejados entre ellos y, tal vez, no se ven a menudo, pero se aman. De la unión de Mauro con Anna Ovrezzi nací yo, el tercer hijo de la pareja, soy uno de los últimos de esta cuarta generación desde Gerolamo. Mi nombre es Claudio nos conocimos recientemente y si pienso en todo el tiempo en el que nadie supo del otro, sonrío y luego digo que hicimos bien en pensar que Luigi no estaba muerto, todos siempre quisimos creer que él se había hecho una vida. Sin embargo, nadie pudo explicarse sus silencios ensordecedores. Por supuesto, no nos imaginamos que pudieran ser tan numerosos... De todos modos, siempre hemos creído que había alguien en Argentina llamado Bondi. Debo decir, con gran orgullo, que este hallazgo familiar se debe a la perseverancia y a la convicción que he empleado en la investigación.
La investigación con el método más sencillo, "Facebook", no dio resultados y me di cuenta de que tenía que moverme por otros canales. Debo admitir que tuve mucha suerte cuando conocí a un hombre, llamado Gianni Baga, casado con una mujer argentina, y que tiene varios amigos en los consulados argentinos. Gianni me explicó que para comenzar con la investigación tenía que obtener el certificado de nacimiento de Luigi, así que empezé comunicándome con la oficina de registros de la ciudad de Valmozzola solicitando, por teléfono, el documento. Esperé la respuesta por el tiempo necesario a encontrarlo en los archivos y, con una sorpresa asombrosa, el empleado me dice que en 1995 hubo una actualización de los archivos y que también podríamos saber la fecha de la muerte. El empleado dijo: “Nació en enero de 1906 y falleció en 1962”. Pensé: “muchos años después de su desgarrador silencio”. Además “se casó con Scudero Emilia en 1936 en Olavarría”. En ese momento me di cuenta de que estaba en el camino correcto y estaba seguro de que tarde o temprano los encontraría. Cuando hablé sobre esto y le expliqué mis resultados a mi padre, se conmovió e inmediatamente alertó a los demás miembros de la familia. Comenzamos a hablar sobre el tío, y todos contaron historias que recordaron haber escuchado cuando eran niños. Mariuccia recordó esta “leyenda” que corría donde se dice que Luigi no estaba muerto, pero que tenía dos hijos ... Mario recordó otra “leyenda” que hablaba de esta persona desconocida, que también emigró y regresó de Argentina, un amigo de Luigi, que le pidió a Gerolamo dinero para que Luigi pudiera regresar. Gerolamo, en vez que confiar en este hombre dijo “Si es verdad que Luigi quiere regresar, que me escriba una carta explicando sus intenciones y el dinero ¡Te lo doy!”. Nunca recibió ninguna carta y esta oportunidad hipotética de ver a Luigi fue considerada una broma. Franco sostuvo el hecho de que Luigi trabajara en los ferrocarriles. Bueno ... nadie se equivocó. Luigi estaba allí y él estaba bien. Incluso ahora y con un poco de ira, sin embargo, los que permanecen están haciendo tantas preguntas ... por qué, al menos, no ha dejado ninguna evidencia a sus hijos de sus orígenes, para que pudieran llegar a nosotros. Luego hago una cita con la empleada de la oficina para poder recoger el documento original que la hace para el sábado por la mañana, llega el día programado y antes de la apertura de mi taller de mecánica, voy a la oficina de registro de la ciudad de Valmozzola donde me encuentro con esta señora que me pide aclaraciones sobre una solicitud hecha por el mismo documento dos días antes de la mía. Me dice “dos días antes de que me preguntaras esto, un bufete de abogados de Argentina me pidió el mismo certificado”. No podía saber nada y pensé que, como por arte de magia, se estaba agregando otra ficha al rompecabezas. Dije “¿Podría darme la dirección de correo electrónico de este bufete de abogados?”. Me puse en contacto con este estudio por correo electrónico y me respondió un cierto "Rodolfo" que, con algunos mensajes de correo intercontinental, logró ponernos en contacto. Nosotros conocemos el resto. Un poco nos contamos nuestras vidas, todavía hay mucho que decirnos. Ustedes, como descendientes de Luigi, son muchos, considerando que solo Elba ha tenido hijos. Nosotros, descendentes de Giuseppe, somos 36 individuos inclusos esposos y esposas de quienes están casados. Somos un grupo muy unido, hay un gran respeto entre nosotros, vivimos en el mismo pueblo, todos a menos de 10 km y no perdemos oportunidades de estar juntos. Al menos 3 o 4 veces al año hacemos una "reunión familiar" que siempre nos ha mantenido juntos y parece que incluso nuestros hijos, que ahora son niños, crezcan con la misma necesidad de estar juntos. La unión hace la fuerza y simbólicamente nos consideramos invencibles, apoyándonos en las dificultades de la vida.
De nosotros, nadie vive en Lennova, uno por uno, los hermanos Bondi, se mudaron al valle en los años 60, cuando el auge económico estalló en Italia y las condiciones de vida también requerían más que los frutos de la tierra para comer. Si Luigi hubiera sabido que Italia se transformaría en el país que se ha convertido, nunca se habría ido, pero en aquel momento era imposible prever qué ocurriría. Lennova, no se ha olvidado, todos los hermanos han permanecido con una pequeña parte de esa finca como herencia y aún hoy mantenemos la tierra productiva con actividades agrícolas realizadas en el tiempo libre, hemos modernizado el trabajo con medios agrícolas de vanguardia y equipamiento moderno. Remodelamos la antigua casa de Gerolamo y durante años fue el "campo base" de los hermanos, con el tiempo esa propiedad se expandió y, Giuseppe, empezó comprando pedazos de tierra a la vez, continuando con mi padre y terminando con nosotros. Ahora se puede apreciar una hermosa hacienda agrícola de montaña formada por bosques y pastos verdes (nada que ver con vuestras fincas infinitas) que nos brinda carne y verduras genuinas para comer y madera para mantenernos calientes. Cada uno ha construido su propia casa de vacaciones y cuando el calor en las llanuras se vuelve insoportable, estas son frescas y es como volver a los orígenes. En el verano, el pueblo se revive de personas de todas las edades, algunos turistas extranjeros y todos los herederos de los habitantes del pasado. Incluso hoy, guardamos el testamento de Gerolamo, que dispuso la división de la herencia en cuatro partes iguales (Luigi fue excluido) con la cláusula de que si Luigi volviera, él también habría tenido el derecho a su parte y, por lo tanto, se tendría que dividir en cinco. En nuestros días este testamento no tiene valor dado el tiempo que ha pasado. La herencia en cuestión se compone de pequeñas parcelas agrícolas de muy poco valor económico; las plantas del bosque, las ovejas del rebaño y los animales del establo se contaban numéricamente. Entonces eran estos números a indicar el estado de bienestar de una familia y el nuestro fue una familia que "hizo mejor" que otras. En la época de Gerolamo y Luigi, esta propiedad era muy valiosa, ya que había sido un medio de vida para muchas personas. Las cosas en Italia han cambiado mucho: las montañas están despobladas y las ciudades están sobrepobladas, una situación que crea un desequilibrio significativo en las solicitudes de recursos naturales y energéticos. Las ciudades, en el verano, sufren de calor y, al mismo tiempo, el agua de la montaña causa deslaves y deslizamientos de tierra, extrañando al viejo agricultor que era capaz de mantener la montaña sana y habitable. Quien nos gobierna se está dando cuenta de que esta negligencia ha perdurado durante demasiado tiempo y, por lo tanto, está corriendo hacia la reparación, alentando a los agricultores y emprendedores comerciales a invertir en zonas de montaña, en un intento de repoblarlos. Nuestra vida está profundamente arraigada en el valle y es poco probable que regresemos a las montañas, si no es por placer, pero nuestros hijos crecen con interés por "Lennova" y la granja, y hacemos todo lo posible por encaminarlos.
Tal vez, en comparación con Argentina o Brasil o México, Europa todavía goza de un bienestar considerable, pero en el aire se siente la tensión política entre las diversas naciones, típica del período anterior a la guerra, de hecho, si aún estuviera vivo, Gerolamo estaría preocupado por el futuro que nos espera. Es poco probable que la guerra regrese, quien manda al mundo no tendría interés en hacer otra en Europa, pero mi padre, en virtud de las lecciones y la educación en las montañas, siempre ha considerado a Lennova como un refugio y una vida alternativa afirmando que el alimento que a cena ponemos sobre la mesa todo proviene de la tierra y por esta razón nuestras propiedades deben mantenerse eficientes y productivas en caso de que surja un mal momento de crisis, citando un proverbio traducido de nuestro dialecto: Un hombre dueño de una casa y un huerto es un verdadero señor sin saber de serlo. Si viniera la necesidad de volver a Lennova para vivir, habría algo más que la guerra. Espero seguir yendo en la “cuna” de mis orígenes solo por esparcimiento y asegurarme de que pueda comer alimento genuino, cultivado y criado por mí.
No sé qué vida ha llevado Luigi, si era un buen hombre o así por el estilo, me lo imagino como un personaje un poco brusco y atemperado por las duras experiencias vividas en una tierra que no era suya. Incluso si nunca se hubiese ido, nunca lo habría conocido, o por lo menos no podría haber conocido y apreciado sus virtudes siendo yo muy pequeño cuando él era más grande. Ni siquiera conocí a Giuseppe, aunque era más joven; murió en julio de 1982, dejando nuestra comunidad en profundo desconsuelo: era una persona conocida y respetada. El hecho de que no pude conocerlo me causó dolor profundo y me dejó un vacío dentro, sabiendo el valor humano que "perdí". Giuseppe era una persona única acompañada por una mujer igualmente única. Todavía son recordados por haber llevado a cabo acciones, incluso pequeñas e insignificantes, siempre dirigidas al respeto común y al bienestar colectivo. En aquellos días, mi abuelo era un buen artesano jamonero y durante la temporada de invierno, en el período del matadero de los cerdos que, como la cosecha del trigo, era un momento muy importante, trabajaba para muchas familias y en la estación fría era su actividad más rentable. Mi abuela era una partera, cosa que es igualmente hermosa e importante. En nuestro territorio, la nuestra es una familia estimada y respetada, compuesta por personas que trabajan duro y se hacen querer. Espero que nuestros hijos crezcan sanos y hermosos y que mantengan firmemente los valores intrínsecos que hasta ahora hemos demostrado con orgullo a la comunidad.
Con esto los saludo y deseo lo mejor, que tengan suerte y nunca olviden sus orígenes italianos.
Con afecto
Claudio
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Créditos para la ayuda de este post y su traducción: Davide Bagnoli, Marisa Lostaunau y Alberto Cárdenas Almeida.
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Texto en italiano:
Era il 7 febbraio del 1878, la data di nascita di Gerolamo Bondi. Nacque in una casa Lennova, un piccolo paese di montagna, abitato da un centinaio di anime, nel comune di Valmozzola in provincia di Parma, nella parte settentrionale degli Appennini: una catena montuosa che percorre L’Italia da nord a sud. In quegli anni gli inverni erano molto rigidi ed è probabile che in quel giorno di febbraio ci fosse la neve alta fino alle finestre. I bambini nascevano in casa, come i conigli, in condizioni sanitarie molto precarie, il tasso di mortalità infantile era elevatissimo e le condizioni di vita per un bambino erano particolarmente dure ed era facile che non potesse superare l’anno di età. Dieci anni dopo nacque Maria una bambina al principio sfortunata, perché purtroppo, non molti giorni dopo dalla sua nascita venne affidata a un orfanotrofio. Visse nella struttura qualche anno successivamente fu adottata dal signor Frassi che le diede il cognome.
L’Italia si era unita da poco più di dieci anni, prima dell’unione il territorio italiano era cosparso di piccoli stati, tra i quali il ducato di Parma e Piacenza, del quale faceva parte il comune di Valmozzola. Il lavoro predominante, in Italia era quello del contadino. Per tanti anni a venire è stata l’attività in grado di soddisfare il fabbisogno collettivo. Erano tempi miserabili, si viveva in povertà e si conduceva una vita di sacrifici e di magre soddisfazioni, si lavorava per mangiare e si lavorava quasi a mani nude, al posto degli attuali trattori si usavano gli animali da tiro che potevano essere cavalli o buoi e le attrezzature erano poco più che primitive. Le famiglie più agiate erano proprietarie della casa in cui vivevano e del terreno che lavoravano, molte altre famiglie erano mezzadre (lavoravano e vivevano nel fazzoletto di terreno di un grande proprietario terriero con il quale dovevano fare a metà di tutti i raccolti). La mezzadria era, per le famiglie che non avevano proprietà, una condizione obbligata e poco redditizia.
Gerolamo e Maria crescono. La vita li porta a frequentarsi e dopo non molto tempo a sposarsi: scelta dettata dalla necessità di trovare una stabilità familiare e dalla necessità di procreare: le famiglie dell’epoca erano molto numerose e i figli erano considerati forza lavoro. Abitavano nella casa natale di Gerolamo. Erano proprietari di un piccolo podere che lavorano con grande fatica, ma almeno i raccolti e i guadagni, anche se ridicoli, se li possono tenere per loro.
Sicuramente non erano soli, vivono, mangiano e dormono con i fratelli o sorelle, di Gerolamo o Maria. . All’epoca in una casa di tre stanze striminzite potevano convivere anche 10 persone, in un letto di una , attuale, piazza potevano dormire in tre persone, In questa casa di pietra nascono i loro 4 figli: nel 1906 nasce Luigi, nel 1908 Rosa, nel 1910 Giuseppe, nel 1912 Giulio, e nel 1914 nasce Richilde.
Le condizioni di vita sono ancora dure e le tensioni politiche Europee non promettono tranquillità, infatti nel 1915 scoppia la prima guerra mondiale che durerà fino al 1918 lasciandosi alle spalle milioni di morti. I loro bambini sono ancora piccoli e non capiscono le atrocità della guerra che in Italia e in Europa è stata violentissima. Nel dopo guerra era a dir poco terribile la condizione socioeconomica, anche se la guerra aveva portato distruzione lontano da Lennova, diventava un problema tirare avanti, ma comunque la terra dava ugualmente i propri frutti e i bambini mangiavano e diventavano grandi e i vecchi invecchiavano e morivano e il ciclo della vita continuava. Tutte le battaglie della prima guerra mondiale si sono svolte ai confini con l’Austria, coinvolgendo soldati da tutta Italia, sicuramente i giovani di Lennova nel periodo della leva erano al fronte con compagni provenienti da tutta la nazione, che, all’epoca, non parlavano neanche la stessa lingua, ma dialetti diversissimi tra loro. Molti di loro non faranno mai ritorno.
E’ la fame e la voglia di rivincita che a Luigi viene voglia di cercare fortuna altrove, contro il parere di Gerolamo e Maria, nel 1924, parte per l’Argentina, A quell’epoca molti Italiani emigrarono in Sudamerica e tanti di loro si fecero la propria vita lontano. Per Luigi, questo viaggio, deve essere stato un’esperienza unica, considerato che aveva diciotto anni e che non aveva mai visto nulla al di fuori della sua Valmozzola, vedere il mare è stato un momento mozzafiato e lo ricorderà per il resto della sua vita.
Luigi è partito da circa 6 mesi e a Lennova si porta avanti la solita vita di contadini di montagna con il normale e abituale ritmo stagionale che scandisce tutte le attività agricole. Improvvisamente arriva per posta una lettera di Luigi dove dice di stare bene e allega una sua fotografia per dimostrare le sue buone condizioni di salute. Ne spedì diverse, una ogni circa 6 mesi, in queste lettere Luigi fa poca menzione delle proprie attività e frequentazioni; E ragionandoci adesso, ad anni di distanza, viene facile pensare che forse non voleva far sapere quello che realmente stava succedendo: che magari, da immigrato, veniva considerato un ratto, un pezzente, un poco di buono, portatore di malattie e che conduceva una vita balorda, proprio come adesso noi italiani consideriamo gli immigrati africani, trattandoli senza rispetto, che approdano nelle nostre spiagge a migliaia tutti i giorni, e forse per questo della vita di Luigi non si è mai saputo più di tanto.
Passano gli anni e di Luigi si sa sempre meno, tanto che, all’alba degli anni 30 cessa definitivamente di scrivere alla famiglia, forse perché gli è capitato qualcosa di più importante e bello che gli ha distolto l’attenzione o qualcosa di terribile che gli ha impedito di scrivere o forse perché il servizio postale italiano, che era sotto controllo militare dato che l’Italia era entrata da qualche anno nel ventennio fascista (un regime dittatoriale militare) avrebbe potuto strappare le lettere, dato che il regime impediva ogni contaminazione dall’esterno, quindi, magari Luigi scriveva e raccontava di se…. Forse avrebbe raccontato che si sarebbe sposato o forse avrebbe detto che la sua compagna aspettava un bambino, ma comunque fossero andate le cose a Lennova , non si è più saputo nulla. Il tempo è destinato a passare e di Luigi rimane solo il ricordo. In Europa si prepara un’altra guerra che in poco tempo si trasformerà in un altro conflitto mondiale e sarà questo evento catastrofico a distogliere l’attenzione di Gerolamo e Maria da Luigi.
Durante la guerra, Luigi avrebbe avuto circa 40 anni, dico [avrebbe] perché, ormai, veniva considerato morto, i fratelli Giuseppe e Giulio ne avevano 4 e 6 in meno ,in una fase della guerra in cui l’Italia era nemica della Germania, poco prima che arrivassero gli alleati americani, tutti i maschi italiani,che erano braccati dai soldati tedeschi, dovettero essere protagonisti di una storia che ancora si narra con molta limpidezza dei più vecchi. Fu un’esperienza veramente drammatica vissuta appunto da Giuseppe e suo fratello Giulio (tra loro ci poteva essere anche Luigi) dove si racconta cheiIn uno dei rastrellamenti tedeschi, costretti a nascondersi, Giuseppe e Giulio vedono letteralmente la morte in faccia molto da vicino.
I tedeschi arrivano da valle ,silenziosi nei boschi, rastrellano i paesi nel fondo valle e lentamente si avvicinano a Lennova, le voci degli abitanti della montagna vanno più forte del vento e quando arrivano al paese la popolazione è già nascosta, trovano le case deserte. Magari fanno razzia di uova e galline nei pollai, Giuseppe Giulio e altri ragazzi s nascondono in una fessura di un muro di una casa in pietra, nessuno immaginava che dietro a quell’apertura ci potessero stare cinque o sei persone, avevano i nervi a fior di pelle, paura di essere scoperti, i tedeschi passano davanti al buco, non si accorgono di niente.
I ragazzi sono ben consapevoli che se dovessero essere scoperti pagheranno con la vita. Silenzio assoluto, mentre a Carlo (uno di loro) gli sta scappando uno sternuto, i compagni in preda al panico gli mettono le mani in faccia per coprirgli la bocca e stringendo con forza, per lungo tempo, tolgono ossigeno a Carlo che sviene nelle braccia di uno di loro, non mollano assolutamente fino a che non sono sicuri che i tedeschi se ne siano andati. Quando sembra che non ci sia più nessuno e con molta attenzione escono dal “rifugio”, Carlo lo fanno uscire ancora svenuto, lo rianimano e asciugandosi il sudore dalla fronte, tutti insieme possono dire di averla scampata veramente grossa, dunque se per un qualsiasi motivo i tedeschi non si fossero allontanati dal rifugio, Carlo, lo avrebbero soffocato. Questo dimostra come è forte l’istinto di sopravvivenza. Nonostante il brutto momento di paura sono tutti vivi e possono raccontare la drammatica esperienza. Queste situazioni angosciose si ripeterono diverse volte, nell’arco del periodo e in altri posti, però, è andata peggio, infatti ci sono giorni dell’anno che, ancora oggi, si ricordano le stragi compiute dai tedeschi di interi paesi e comunità.
La guerra con i suoi orrori volge al termine con l’arrivo degli americani. Pian piano si ritorna alla normalità, alla solita routin stagionale. Ufficialmente finisce nel 1945 e nel 1946 nasce il primo dei 4 figli di Giuseppe: Mauro, poi Mario, poi Mariuccia e dopo diversi anni, nel 1958, Leonardo. Giulio, anche lui, ebbe due figli: Franco e Bruno, Richilde si trasferì a Milano, conobbe un uomo di nome Gianni, si sposò ed ebbe due figlie: Marisa e Giuliana. Rosa condusse una vita di sofferenze a causa dei suoi problemi fisici e negli anni 70 morì in un istituto torinese. Tra le discendenze dei fratelli Bondi c’è molta considerazione e rispetto anche se le vicissitudini della vita li hanno un po’ allontanati e , magari, non si frequentano spesso, ma comunque si vogliono bene.
Dalla unioni di Mauro con Anna Ovrezzi sono nato io, terzogenito della coppia, sono uno degli ultimi arrivati di questa quarta generazione a partire da Gerolamo. Mi chiamo Claudio. Ci siamo conosciuti da poco e se penso a tutto il tempo passato nel quale nessuno sapeva dell’altro mi viene da sorridere e allora dico che abbiamo fatto bene a pensare che Luigi non fosse morto, tutti noi abbiamo sempre voluto credere che si fosse creato una sua vita, però, nessuno si è mai spiegato i suoi silenzi assordanti. Certo, non immaginavamo che voi potevate essere così numerosi…..Abbiamo, però, sempre creduto che ci fosse qualcuno in Argentina che si chiamasse Bondi.
Devo dire, con molto orgoglio, che questo ritrovamento familiare è dovuto alla mia perseveranza e convinzione che ho impiegato nella ricerca. Ricerche su ricerche col metodo più facile,” Facebook”, non hanno portato risultati e ho capito di dovermi muovere con altri canali, devo ammettere che ho avuto molta fortuna quando conobbi questo uomo, di nome Gianni Baga, sposato con una donna argentina, con parecchie amicizie ai consolati argentini, Gianni mi spiega che per cominciare con la ricerca bisognava ottenere l’attestato di nascita di Luigi, così, per cominciare, contatto l’ufficio anagrafe del comune di Valmozzola richiedendo, tramite telefono, il documento. Aspetto la risposta per il tempo necessario a trovarlo negli archivi il e con una sorpresa mozzafiato l’impiegata mi dice che 1995 c’era stato un aggiornamento degli archivi e quindi si poteva sapere anche la data di morte. Disse l’impiegata [Nato nel gennaio 1906 e morto nel 1962] pensai : molti anni dopo il suo straziante silenzio. E ancora [si è sposato con Scudero Emilia nel 1936 a Olavarria]. A quel punto avevo capito di essere sulla giusta strada ed ero certo che, prima o poi, vi avrei trovato. Quando ne parlai e spiegai i miei risultati a mio padre lui si commosse e subito avvertimmo gli altri della famiglia. Incominciammo a parlare dello zio e tutti raccontavano delle storie che ricordavano di aver sentito da piccoli. Mariuccia ricordava di questa leggenda che “fluttuava” nell’aria dove si raccontava che Luigi non era morto, ma che aveva avuto due figli….. Mario ricordava di un’altra leggenda che parlava di questa persona sconosciuta, emigrato anche lui e tornato dall’Argentina, amico di Luigi che chiedeva a Gerolamo dei soldi che sarebbero serviti a Luigi perché voleva tornare, Gerolamo, non fidandosi, a questo uomo disse [Se è vero che Luigi vuol tornare, che mi scriva una lettera spiegando la sue intenzioni e i soldi glie li do! ] non ricevettero mai nessuna lettera e questa ipotetica occasione di rivedere Luigi fu considerata una presa in giro. Franco sosteneva il fatto che Luigi lavorasse nelle ferrovie. Ebbene….. Nessuno aveva torto. Luigi c’era e stava bene. Ancora adesso e con un po’ di rabbia, pero, chi è rimasto si fa tante domande…… su perché, perlomeno, non abbia lasciato ai figli nessuna testimonianza delle sue origini, così che i figli potessero risalire a noi.
Successivamente prendo un appuntamento con l’impiegata dell’ufficio per poter ritirare il documento originale che me lo fissa per il sabato mattina, arriva il giorna prestabilito e prima dell’apertura della mia officina vado all’ufficio anagrafe del comune di Valmozzola dove incontro questa signora che mi chiede chiarimenti in merito a una richiesta dello stesso documento effettuata due giorni prima della mia. Mi dice[due giorni prima che tu mi facessi questa richiesta, uno studio legale, dall’Argentina, mi ha richiesto lo stesso attestato]. Io non potevo sapere nulla e pensavo che come per magia si stava aggiungendo un’altra tessera al puzzle.
Dissi [Mi potrebbe dare l’indirizzo di posta elettronica di questo studio legale?]. Contatto questo studio per posta elettronica e mi rispose un certo “Rodolfo” che con qualche messaggio di posta intercontinentale riuscì a metterci in contatto. Il resto lo conosciamo. Un po’ ci siamo raccontati le proprie storie di vita, ne resta ancora tantissimo da dirsi.
Voi ,come discendenza di Luigi, siete tanti, considerato che solo Elba ha avuto dei figli. Noi, della discendenza di Giuseppe, siamo 36 individui considerati i mariti e le mogli di chi è accompagnato. Siamo un gruppo molto affiatato, tra noi c’è grande rispetto, viviamo nello stesso paese, tutti nell’arco di 10 km e non perdiamo occasione per stare tutti insieme. Almeno 3 o 4 volte all’anno facciamo una “reunion” familiare che da sempre ci tiene uniti e pare che anche i nostri figli, che adesso sono ancora bambini, crescano con la stessa esigenza di stare insieme. L’unione fa la forza e simbolicamente ci consideriamo invincibili spalleggiandoci nelle difficoltà della vita.
Di noi, non vive più nessuno a Lennova, uno per volta, i fratelli Bondi, si sono trasferiti a valle negli anni 60, quando in Italia esplodeva il boom economico e le condizioni di vita necessitavano anche di altro oltre che i frutti della terra per mangiare. Se Luigi avesse saputo che l’Italia si sarebbe trasformata nel paese che è diventato non sarebbe mai partito, ma all’epoca era impossibile prevedere quello che sarebbe successo. Lennova, non è stata dimenticata, a tutti i fratelli è rimasto un piccolo pezzettino di quel podere in eredità ed ancora oggi manteniamo quella terra efficiente con attività agricole svolte nel tempo libero, ci siamo modernizzati con mezzi agricoli all’avanguardia e attrezzature moderne, abbiamo ristrutturato la casa vecchia di Gerolamo e per anni è stato il “campo base” dei fratelli, nel tempo quella proprietà si è allargata e a partire da Giuseppe che comprò miseri fazzoletti di terreno per volta, continuando con mio padre e per finire con noi, ora si può apprezzare una bella azienda agricola di montagna fatta da boschi e verdi pascoli (nulla a che vedere con le vostre sconfinate tenute) che ci regala carne e verdure genuine da mangiare e legna per scaldarci. Ognuno si è costruito la propria casetta di villeggiatura e quando il caldo in pianura diventa insopportabile troviamo refrigerio li ed è come tornare alle origini. D’estate il paese si rianima di persone di tutte le età, qualche villeggiante straniero e tutti gli eredi degli abitanti di una volta.
E’ in nostro possesso, ancora oggi, il testamento di Gerolamo che divide in quattro parti uguali l’eredità (Luigi era escluso) con la clausola che qualora fosse tornato Luigi, anche lui, avrebbe avuto diritto alla sua parte e quindi si sarebbe dovuto ridividere in cinque. Ai nostri giorni questo testamento non ha più valore dato il tempo che è passato. L’eredità in questione è composta di piccoli appezzamenti agricoli di scarsissimo valore economico; erano considerate numericamente le piante dei boschi, le pecore del gregge e gli animali della stalla. Al tempo erano questi beni a definire lo stato di benessere di una famiglia e la quella nostra era una famiglia che “se la passava meglio” delle altre. Ai tempi di Gerolamo e Luigi questa proprietà aveva molto valore, essendo stata di sostentamento per tante persone.
Le cose in Italia sono molto cambiate: le montagne sono disabitate e le città sovraffollate, situazione che crea notevole squilibrio delle richieste di risorse naturali ed energetiche. Le città, d’estate, soffrono la sete e, nello stesso tempo, l’acqua di montagna causa frane e smottamenti, manca il contadino di una volta che è in grado di mantenere sana e vivibile la montagna. Chi ci governa si sta accorgendo che questa incuria esiste da troppo tempo e, quindi, sta correndo ai ripari incentivando agricoltori e ristoratori a investire nelle zone di montagna, nel tentativo di ripopolarle.
La nostra vita è molto radicata a valle e abbiamo poche probabilità di tornare ai monti, se non per svago, ma i nostri bambini crescono con interesse per “Lennova” e l’azienda agricola e noi facciamo di tutto per instradarli.
Forse a confronto con l’Argentina o il Brasile o il Messico, l’Europa gode ancora di un notevole benessere, ma è nell’aria quella tensione politica tra le varie nazioni classica del periodo prima della guerra, infatti, se fosse ancora vivo Gerolamo sarebbe preoccupato per il futuro che ci aspetterebbe. La guerra è improbabile che torni, chi comanda il mondo non avrebbe interesse a farne un’altra in Europa , però mio padre, in virtù degli insegnamenti ed educazione montanara avuta, ha sempre considerato Lennova come rifugio e alternativa di vita sostenendo che il cibo che la sera mettiamo in tavola proviene tutto dalla terra e per questo motivo le proprietà nostre devono essere mantenute efficienti e produttive nel caso si presentasse un brutto momento di crisi, citando un proverbio che tradotto dal nostro dialetto, vuol dire: “L’uomo proprietario di una casa e di un orto è un vero signore e non sa di esserlo. Se avessimo bisogno di tornare a Lennova per poter vivere, altro che guerra che ci sarebbe. Spero di continuare a frequentare il luogo culla delle mie origini solo per svago e per assicurarmi di poter mangiare cibo genuino, coltivato e allevato da me.
Non so che vita abbia condotto Luigi, se fosse stato un bravo uomo o altro, me lo immagino con un carattere un po’ burbero e temprato dalle dure esperienze vissute in una terra non sua, anche se non fosse mai partito non lo avrei mai conosciuto o perlomeno non ne avrei apprezzato i valori essendo stato molto piccolo io quando lui era già molto vecchio. Non ho conosciuto neanche Giuseppe, anche se era più giovane; morì nel luglio del 1982 lasciando sgomento nella nostra comunità: era una persona conosciuta e rispettata. Il fatto che non l’abbia potuto conoscere mi ha rammarica molto e mi lascia parecchio vuoto nell’anima, sapendo il valore umano che “mi sono perso”. Giuseppe era una persone unica accompagnato da una donna altrettanto unica. Sono ancora ricordati per aver compiuto azioni, anche piccole e insignificanti, sempre volte al rispetto comune e al benestare collettivo. A quei tempi mio nonno era un buon norcino e nella stagione invernale, per il periodo dell’uccisione del maiale, che come la mietitura del frumento, era un momento importantissimo, girava per molte famiglie e nel periodo freddo era la sua attività più redditizia, mia nonna faceva nascere i bambini, cosa altrettanto bella e importante.
Nel nostro territorio la nostra è una famiglia stimata e rispettata composta da gente che lavora “a testa bassa” e si fa voler bene. Mi auguro che i nostri bambini crescano sani e belli e tengano saldi i valori intrinsechi che fino a oggi noi abbiamo, con orgoglio, sventolato e mostrato alla comunità.
Con questo vi saluto e vi auguro di stare bene, avere fortuna e di non dimenticare mai le vostre origini italiane
CON AFFETTO
Claudio
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