Entre Carducci y Piazza S. Bartolomeo

He caminado por esas viejas calles estrechas de Parma que tanto me fascinan. Hay algo en su trazado irregular, casi como un laberinto, que siempre me invita a perderme sin prisa. Esta vez, mi paseo me llevó a Via Giosuè Carducci, desde donde se abre la vista hacia la Piazza San Bartolomeo. Por suerte, no era fin de semana y el lugar estaba tranquilo, lejos del bullicio habitual del mercado y de los visitantes que suelen abarrotarlo.  

Al fondo de la plaza, destaca la fachada de la Osteria del Teatro, una trattoria que, según he leído, ofrece platos típicos de la región y tiene excelentes valoraciones en Google Maps. Es curioso cómo este rincón, aunque ya lo conozca, siempre me hace detenerme. Es como si cada vez me invitara a redescubrirlo, a mirarlo con ojos nuevos.  

Hice dos fotos aquí. La primera captura la vida cotidiana: dos mujeres charlando y caminando con complicidad, mientras la luz juega entre los edificios, creando un contraste de sombras que da profundidad a la escena. La segunda es más contemplativa, centrada en la arquitectura que rodea la Osteria, con sus ventanas y balcones que parecen guardar historias de otro tiempo.  


Parma tiene ese encanto especial, esos pequeños rincones que, aunque vuelvas a ellos, siempre te regalan algo distinto. Y yo, una vez más, me dejo atrapar por su singularidad.


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