Bicicletas urbanas


Entre el eco de mis pasos y el murmullo distante de la Piazza Garibaldi, me interné por la Via del Teatro hacia el Vicolo Antini, esas callejuelas angostas que recuerdan la Edad Media. Allí, junto a un mosaico de fachadas ocres, descubrí una hilera de bicicletas apoyadas contra un mosaico verde que cubre la pared. No era una escena espectacular, pero algo en su sencillez capturó mi atención: cada cuadro metálico relucía con su propia historia de trayectos y treguas, testigo cotidiano de la vida familiar en Fidenza.  

La Cattedrale di San Donnino asomaba su mole gótica a unos pasos, insinuando siglos de rituales y procesiones. Pero eran estas bicis —algunas con sillitas infantiles, otras con canastos desvencijados— las que hablaban sin palabras de la rutina local: el mercado matinal, el viaje al colegio, la tarde en la osteria. Era un recordatorio de que, más allá del arte monumental, la verdadera esencia de Italia Cotidiana late en los detalles humildes, en ese tránsito pausado que une plaza con hogar.  

Me detuve, ajusté el enfoque y disparé. Aunque la imagen no me pareció digna de un museo, sé por experiencia que muchas veces los lectores hallan belleza en lo que uno da por hecho. Así que publico esta instantánea como un pequeño homenaje a los desplazamientos urbanos más modestos, a esas «cápsulas de vida» sobre dos ruedas que acompañan día tras día.  

Comentarios

Entradas populares