Caminando hacia el Faro Verde


Caminando a lo largo del litoral de Fano, me encuentro inmerso en un escenario que contrasta significativamente con la experiencia caribeña que solía vivir. La playa, por un lado, y la temperatura de 1 a 3 grados, sin duda crean una mezcla intrigante. Es como si el mar en invierno se esforzara por contarme historias desconocidas. 

Sigo mi recorrido a lo largo de un malecón que se erige con algunos palafitos de madera, construidos a finales de la década de 1990 para apoyar a los pescadores locales. Observo con admiración estas pequeñas estructuras multifuncionales, que no solo brindan apoyo a quienes realizan sus labores diarias, sino que también sirven como lugares de alojamiento para aquellos que abrazan el mar en busca de sustento. La playa Lido di Fano se ve adornada por estas construcciones, marcando mi ruta hacia el “Faro Verde del Porto di Fano” y la “Tempesta Monumento ai caduti del mare”.  

Cada paso que doy revive la tradición pesquera que se entrelaza con la arquitectura costera. El viento invernal susurra en mis oídos mientras avanzo hacia el faro, cuya luz con el paso de los años a destacado para el bien de los navegantes. Y no muy lejos, la “Tempesta Monumento ai caduti del mare” se erige como un recordatorio silencioso en honor de aquellos que perdieron la vida en el mar en el alto Adriático, cuando fue azotado por una fuerte tormenta el 8 de junio de 1964.  

El ambiente marino en este invierno italiano cobra vida con cada detalle, y mi día a día se convierte en una narrativa llena de contrastes cautivadores. 

Tempesta Monumento ai caduti del mare 

Faro Verde del Porto di Fano 

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