Destino entre líneas

 


Abordo el tren en la estación de Parma, y el sol brilla radiante sobre la ciudad, llenando el vagón con una cálida luz. Entre la multitud, mis ojos se posan en una joven que está absorta en la lectura. No es la pantalla de un celular lo que tiene entre manos, sino un libro que parece cautivarla por completo.  

Su postura erguida y concentrada revela el profundo interés que tiene en las páginas que devora. Me maravilla observar esta escena, una costumbre que he tenido el privilegio de presenciar en más de una ocasión durante mis viajes por Italia. Es como si el tiempo se detuviera por un momento, mientras el mundo sigue girando a su alrededor, ella permanece inmersa en su propio universo de letras y emociones. Es un recordatorio de la belleza y la magia que encierra la lectura, capaz de transportarnos a lugares lejanos sin siquiera salir de nuestro asiento en el tren. 

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