Roma y Verona: Historias de contrastes y encantos


Hoy en Italia Cotidiana, tengo el gusto de compartir con ustedes una fascinante conversación con Laura González de @h_mas_alla_de_las_catedrales, de hecho es la primera entrevista que posteo en este blog. Laura es una viajera apasionada que ha recorrido algunas ciudades italianas y que en esta ocasión nos hablará de dos destinos emblemáticos: Roma y Verona. Aunque ambas ciudades se encuentran en un mismo país y comparten una rica herencia histórica, las experiencias que ofrecen no podrían ser más diferentes. A través de los recuerdos de Laura, exploraremos el vibrante caos de la Ciudad Eterna y la serenidad encantadora de la ciudad del Adige. Una mirada íntima y personal que nos invita a descubrir dos lados opuestos, pero complementarios, de la esencia italiana. 


¿Cuál fue tu primera impresión al llegar a Roma? ¿Y cómo se compara con la primera impresión que tuviste en Verona? 

Llegar a Roma por primera vez fue muy emocionante. Desde adolescente me apasionaron las culturas clásicas y estudié Humanidades en la universidad. Había soñado tantas veces con conocer Roma y Atenas… que cuando por fin pisé la ciudad fue increíble. Sublime. Brutal. Abrumador. Sentirme rodeada de siglos de arte, arquitectura, en el lugar exacto donde todo aquel conocimiento cobraba vida: me vi tan pequeñita, y tan grande a la vez, por la fortuna de estar allí.. un sueño hecho realidad. Y después, la nueva ciudad, la del siglo XXI, terminó de conquistarme: el ruido de sus calles, abarrotadas de gente; los gritos de los buttadentros, que se cruzan; lanzando piropos y cumplidos sin piedad, el zumbido de las vespas, el tráfico, el bullicio de los mercados … Roma me recibió también con su alboroto divertido y desenfadado, con esa energía que la hace tan auténtica y que acaba contagiándote de su buen rollo y su ritmo inagotable.. 

En cuanto a Verona… ¡ay, Verona! Contra todo pronóstico, ¡mi primera impresión fue horrible! Lluvia torrencial, obras por todas partes, paradas de bus cambiadas de lugar, ¡un follón épico! Siendo honesta, llegué a odiar la ciudad en esa primera hora… Pero pronto se hizo la magia veronesa: una llamada para avisar a mis anfitriones de que llegaría más tarde de lo previsto y, en cuestión de minutos, me recogían en su coche, con una sonrisa, un paraguas y unos bombones, dejándome sin palabras… ¡qué gente maravillosa! Instalada y recuperada del momento caótico, me adentré en una ciudad que me llenó de una calidez inesperada. A diferencia del ritmo desenfrenado de Roma, aquí el tiempo transcurre con calma. La ciudad te envuelve en un ambiente más íntimo y cercano que otras grandes ciudades históricas. Te invita a caminar sin prisa, a detenerte en cada rincón, en cada plaza y, algo muy especial para mí, a conectar con la naturaleza; porque su entorno natural te atrapa, con sus verdes colinas y el río Adige que, sereno, hace llegar el agua desde los Alpes hasta el corazón de la ciudad.  

Sabemos que Roma es famosa por su ambiente caótico y vibrante, mientras que Verona tiene una atmósfera más tranquila y romántica. ¿Qué aspectos específicos de cada ciudad te llamaron más la atención?  

En Roma, lo que más me atrapó fue su caos, que engancha… las vespas zigzagueando, el alboroto de las calles, el delicioso aroma entremezclado de café y pizza, los vestigios milenarios que se conviven con el día a día de la ciudad, lo abrumador de la Plaza de San Pedro, los museos Vaticanos, las fuentes…por fin ante mis ojos.. Doblar la esquina y encontrarme de bruces con el Panteón de Agripa fue algo apoteósico… 

Verona, en cambio, me enamoró con su elegancia relajada. Su historia no abruma, no sobrepasa…se va presentando en pequeñas dosis, para que la saboreemos bien: es como si toda la ciudad estuviera diseñada para que te enamores poco a poco de ella, de sus puentes, de sus plazas, sus palacios de colores, del pandoro o de la vida misma. También la cercanía de su gente, que no duda en tomarse su tiempo para conversar y recomendarte algún buen lugar para comer rico, incluso para responder amablemente a alguna de mis inquietudes con una sonrisa; me hizo sentir aún más conectada con el lugar. 

¿Hubo algún lugar o experiencia en Roma que te haya hecho sentir particularmente conectada con la historia y la vida cotidiana de la ciudad?  

Hubo tantos…¡qué difícil seleccionar! Puedo decir que perderme por el Trastevere fue algo especial, un pequeño oasis donde conectas con la esencia de los vecinos, de su rutina diaria, su autenticidad.. Evidentemente, también es un lugar muy visitado por los turistas, pero al llegar allí el modo de conocerlo cambia: nos relajamos, nos contagiamos de esa magia de sus calles empedradas, el olor a comida casera de los trattorie, descubrir un pequeño café tras una fachada cubierta de buganvillas o un bonito mural… nos contagia de libertad y nos dejamos llevar, sin rumbo fijo… 

Por otra parte, hubo muchísimos lugares que me hicieron conectar con la historia. Si debo elegir, me quedo con mi joyita del alma: el Panteón de Agripa… lo encontré en la noche, con esa luz tenue y los reflejos de la lluvia.. aún recuerdo el eco suave del agua sobre el mármol de colores que se colaba por el óculo de su magnífica cúpula.. tantos siglos después, y ahí estaba, como si el tiempo no hubiera pasado por él.. la enormidad de la plaza de San Pedro, subir a la cúpula diseñada por los mismísimos Bramante, Rafael o Miguel Ángel.., las obras maestras de los Museos Vaticanos, Santa María Maggiore... incluso presencié uno de los últimos Ángelus de Ratzinger, que pocas semanas después cesó en su cargo como Papa. Aquí en Roma todo se manifiesta a lo grande, ya se trate de historia antigua, como de moderna o contemporánea… También me sentí conectada con la historia en otros lugares donde el paso de los siglos se hace mucho más evidente y que requieren algo más de imaginación para apreciarlos bien: el Circo Máximo, que apenas se distingue y solo se percibe a través de lo que fue, o las Termas de Caracalla, entre cuyas impresionantes ruinas aparecen algunos fragmentos de mosaicos y capiteles, me impresionaron. 

En contraste, ¿hay algún rincón o actividad en Verona que para ti capture la esencia tranquila y encantadora de la ciudad? 

Los atardeceres en Verona son de otro mundo… Las vistas desde el mirador del Castillo de S. Pietro cuando el sol desciende, lento, en la tarde; mientras tiñe la ciudad de dorado y se refleja sobre las aguas del Adige; son un regalo mágico que no olvidaré jamás. Y si acompañas ese increíble momento de un delicioso gelato artigianale al pistacchio… la experiencia es sublime… 

El Puente de Piedra al atardecer también tiene algo mágico: desde allí, la luz transforma el río Adige en un espejo dorado, es un momento muy chulo... No es un lugar tan concurrido como el balcón de Julieta, pero allí puedes sentir ese encanto veronés sin las multitudes de las que, personalmente, huyo siempre que puedo… 

Adentrarte por Porta Borsari a la ciudad antigua, admirar la impresionante Arena, perderte entre los puestos de la Piazza delle Erbe, rodeada por el Palazzo Maffei y la Torre dei Lamberti, o en la más tranquila Piazza dei Signori, con el Palazzo della Ragione… Así recuerdo la ciudad, invitándome a disfrutarla a sorbitos, con suavidad… acorde a ese refinamiento, que no admite prisas, de los palacios veroneses de los Scaligeri, con los frescos elegantes de sus fachadas, sus patios escondidos y esos detalles góticos y renacentistas que los llenan de encanto… Continuar perdiéndote por las callejuelas que te llevan hacia el Puente de Piedra, y parar en una de sus encantadoras osterie para tomar una birra o un vino acompañado de un aperitivo de polenta o queso local. Y, antes de llegar al puente, serpentear las calles para visitar las iglesias de San Zeno Maggiore, Sant’Anastasia y el Duomo…¡qué tres maravillas! Para mí, el trascurrir tranquilo de la vida en Verona se siente especialmente en este barrio, donde sólo hay que dejarse llevar por su ritmo e ir dejarse enamorar por cada detalle que vayamos encontrando en el camino..  

¿Qué piensas de la manera en que los locales viven y se mueven en estas dos ciudades? ¿Notas diferencias en su estilo de vida o en cómo experimentan el día a día? 

Absolutamente. Está claro que Roma vive en otra dimensión, con una energía desbordante. Los romanos parecen ir siempre a cien por hora, en un sprint constante. En Verona todo es más pausado. Los veroneses caminan con calma, como si sintieran que las cosas buenas de la vida se disfrutan mejor sin prisa. Roma tiene una energía explosiva, parece querer comerse el mundo “a bocados”, siempre a lo grande; mientras Verona prefiere saborearlo despacito, tomándose su tiempo para prolongar el placer de degustar cada detalle.. he aquí la dolce vita veronesa..  

Finalmente, ¿Qué consejo le darías a alguien que visita Italia por primera vez y quiere experimentar tanto la energía de Roma como la calma de Verona? 

Más que consejo, mi principal recomendación sería llevar un par de zapatillas bien cómodas y muchas ganas de dejarte conquistar …. En Roma, no intentes hacer todo en un día; déjate llevar por el caos y permite que la ciudad te sorprenda, porque lo hará. Y en Verona, respira hondo y disfruta de esa tranquilidad que pocos lugares ofrecen. No hay mejor contraste que la intensidad de Roma y el sosiego de Verona para terminar enamorada hasta los huesos de Italia…  

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En esta enriquecedora charla, Laura nos ha regalado un viaje emocional y cultural por dos de las ciudades más emblemáticas de Italia. Roma, con su energía desbordante, nos muestra un lado vibrante y apasionado de la vida italiana, donde cada esquina guarda siglos de historia y tradición. Por otro lado, Verona, con su calma y encanto, nos invita a saborear los momentos con tranquilidad, rodeados de paisajes y arquitectura que parecen susurrar historias de otros tiempos. 

A través de su relato, entendemos que Italia no es solo un destino, sino una experiencia única que cambia con cada paso y con cada mirada. Ya sea perdiéndose en el bullicio de Roma o dejando que el tiempo transcurra suavemente en Verona, Italia nos enseña a vivir y sentir con intensidad. Gracias, Laura, por recordarnos que cada viaje es, en el fondo, una oportunidad para reconectar con nosotros mismos.  


Imágenes del viaje de Laura en Roma  






Imágenes del viaje de Laura Verona 






¿Y tú? ¿Qué lado de Italia te llama más la atención: la intensidad de Roma o la calma de Verona?

Comentarios

  1. ¡Muchas gracias por la bonita entrevista! Ha sido un placer compartir en tu blog dos de mis viajes más especiales, con sus maravillosos contrastes. ¡Por muchos años más conociendo la Italia más auténtica a través de la espontaneidad de tu objetivo📸!

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    1. Muchas gracias a ti! Compartir tu viaje a través de la entrevista ayuda a muchas personas. Un abrazo virtual!

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