Bocce y camaradería


Es un fin de semana de invierno en la “Bocciofila Amici del Parco Ruffini”, en la ciudad de Torino. El aire frío no intimida a estos dos señores, quienes con calma y concentración calculan cada jugada en el terreno de tierra. Las bochas están esparcidas como testigos de su estrategia, mientras ellos se mueven con la paciencia y la precisión que solo los años pueden enseñar. 

El juego de bocce, también conocido como petanca o bochas, es más que un simple pasatiempo. Aquí, entre bromas, discusiones amistosas y risas que resuenan en el parque, se mantiene viva una tradición que conecta generaciones. No importa la estación ni la edad: el deseo de jugar y competir sigue intacto, como un eco de nuestra infancia que nunca desaparece. 

Al fondo, otros pensionados se reúnen, charlan o simplemente observan desde los bancos del parque, mientras la vida cotidiana de Torino transcurre a su alrededor. Es un instante lleno de humanidad, donde el frío invierno no logra apagar el calor de la camaradería ni la pasión por este antiguo juego.

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