Viajar en enero
Es enero, y el aire frío de Milán se filtra incluso bajo la inmensa estructura de Milano Centrale. La estación es un hervidero de actividad, donde los viajeros se arremolinan en torno a sus destinos. Frente a mí, una joven con mochila parece inmersa en sus pensamientos mientras espera abordar el tren que ya está preparado en el andén.
El rojo brillante del vagón contrasta con la penumbra industrial de los arcos que cubren la estación. Este tren, parte de la modernidad que atraviesa Italia, es un reflejo del dinamismo que define este lugar. Las maletas rodando, los anuncios en los altavoces, el murmullo de idiomas mezclados: cada sonido y movimiento cuenta una historia.
Sin embargo, hay algo más en este instante. No es solo un momento de tránsito, sino un fragmento de la vida de quienes pasan por aquí. Me pregunto cuál será el destino de esta joven. ¿Un viaje diario o una nueva aventura? Quizás, en este enero gris, lleva consigo un sueño que empezará en las vías de este tren.
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