Los kioscos de Parma: testigos de un cambio de era


En la Piazza Giuseppe Garibaldi, en el corazón de Parma, resiste aún un kiosco, un pequeño refugio de papel y tinta en tiempos de lo digital. Me detuve un momento a observar la escena: un hombre hojeando revistas, otro esperando su turno, el reflejo de la vendedora tras el vidrio, rodeada de periódicos, mapas y recuerdos de otro tiempo. 

Aún quedan algunos kioscos en la ciudad, pero cada vez son menos. Muchos han bajado la santamaría definitivamente, incluso aquellos que parecían inamovibles, parte del paisaje urbano de toda la vida. He visto anuncios en periódicos y en sitios de alquiler donde intentan darles una segunda oportunidad, pero la mayoría siguen cerrados, como si estuvieran atrapados en una pausa indefinida. 

Es inevitable. Ahora, con un solo clic, accedemos a noticias, libros y revistas que antes se compraba en estos puestos. La forma de consumir información ha cambiado, y con ello, los kioscos, antaño puntos de encuentro y charla rápida, se han convertido en testigos silenciosos de una transformación que no se detiene. 

Cada vez que veo uno en funcionamiento, lo observo con cierta nostalgia. Son más que un lugar donde comprar el periódico: son fragmentos de una ciudad que cambia, pequeñas cápsulas de historia en las que aún resiste el papel.

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